Estoy escribiendo este artículo en el tren de vuelta de Madrid, donde he estado en una feria dedicada a profesionales del sector de la fruta. Soy fundador y director de Reformarketing, empresa de diseño integral para negocios, donde asesoramos a empresas en todo lo que tenga que ver con el diseño y el marketing.
Os cuento esto porque, como podréis imaginar, en esta feria he podido contactar con representantes y dueños de empresas familiares, con el objetivo de hacerles ver la “mala imagen” que están ofreciendo a sus clientes y proveedores, y poder ayudarles a mejorarla. Pero, como es habitual en este tipo de empresas, en la mayoría de los casos la respuesta ha sido del tipo “a nosotros nos gusta nuestro logo”, “los dueños no van a querer” o “esto lo hacemos nosotros”.
La conclusión que he sacado es que la figura de "El Patriarca" (el dueño y fundador de la empresa), como yo lo llamo, es sagrada y está por encima de todo lo demás. Lo que él diga (porque casi siempre es un hombre) va a misa.
La conclusión que he sacado es que la figura de "El Patriarca" (el dueño y fundador de la empresa), como yo lo llamo, es sagrada y está por encima de todo lo demás. Lo que él diga (porque casi siempre es un hombre) va a misa.

Nadie en la empresa discute sus decisiones porque siempre ha quedado claro que él es que decide finalmente. Incluso sus hijos, que en un futuro no muy lejano heredarán la empresa, aceptan sus decisiones incluso aunque no estén de acuerdo. Algo lógico, ya que por nuestro condicionamiento de niños siempre buscamos la aprobación de nuestros padres.
Hace muchos años, creabas una empresa y, si tu producto o servicio era bueno y dedicabas mucho esfuerzo y tiempo, el éxito llegaba casi seguro. Y eso es lo que hicieron los fundadores de empresas familiares, y esa es la mentalidad que heredaron sus hijos. Pero eso ahora ya no funciona. Las circunstancias han cambiado. Sólo el hecho de que exista internet ya cambia todo. La competencia es muchísimo mayor, y las exigencias del cliente también lo son. O nos diferenciamos o moriremos. O somos excelentes o moriremos. Hay que hacer mucho más. Hay que ser el mejor, parecer el mejor, y hacer sentir al cliente que le das algo que nadie más le puede dar.
Y aquí viene el problema. La mayoría de «Patriarcas» no entienden eso, porque siempre les fue bien y continúan pensando igual. Es admirable el esfuerzo, la lucha y la dedicación que muchos de ellos dedicaron y siguen dedicando al negocio. Digna de elogio. Pero hay una cosa que desconocen: en lo que respecta a nuestros productos y servicios, nuestra opinión es irrelevante. Se trata de darle al mercado lo que el mercado quiere, no lo que el fundador de la empresa quiere. Esto es algo en lo que siempre insistimos en Level UP.
Conozco muchos negocios familiares que están desapareciendo sin ni siquiera darse cuenta.

Conozco muchos negocios familiares que están desapareciendo sin ni siquiera darse cuenta.
Tiendas de muebles que ya no venden ni una silla, restaurantes que no tienen más del 25% de mesas ocupadas ni siquiera un sábado, constructoras que no dejan de despedir a gente… Y lo peor de todo es que siguen pensando que esto es una situación temporal que pasará, que los buenos tiempos volverán por arte de magia. Lamentablemente, eso no pasará, y terminarán desapareciendo.
Por último, para ir finalizando, me gustaría que nos quedáramos con dos conclusiones:
- Debemos tomar de ejemplo la valentía, el esfuerzo y el amor que los fundadores de todas las empresas familiares han dedicado a sus negocios para llegar al punto en el que están ahora. Se merecen todo mi respeto y admiración. Dicho esto, creo que es el momento de que muchos de ellos pasen el testigo a otra generación para que éstos puedan continuar con ese excelente trabajo. Y si no es así, por lo menos que tengan en cuenta nuevas opiniones en el proceso de decisión.
- Para poder tomar decisiones importantes es imprescindible estar muy bien formado y conocer a la perfección lo que uno está haciendo. Por lo que las nuevas generaciones, las que deben empezar a tomar el mando, deben formarse continuamente y aplicar esos conocimientos a su empresa. El conocimiento nos permitirá innovar, e innovar nos permitirá diferenciarnos y finalmente dar mucho más valor al cliente, que es de lo que se trata. Eso es lo que traerá prosperidad a la empresa.
Mi intención con este artículo no es, ni mucho menos, criticar a nadie. Todo lo contrario. Lo que quiero es ayudar a que negocios creados con mucho sudor sigan creciendo y no terminen desperdiciando la enorme labor de sus fundadores. No dejemos de perseguir objetivos, no nos relajemos. Como dice Tony Robbins, es el progreso y la consecución de metas lo que realmente hace felices a las personas. Y como dice Carlos Delgado, fundador de Level UP, o estás creciendo o estás muriendo.
Así que crezcamos, crezcamos sin parar.
Juan Antonio Carcelén
CEO
Arquitecto, consultor de negocios, y experto en diseño e identidad corporativa. Fundador y director de Behind.